lunes, 22 de marzo de 2010

en el Nilo


La leve brisa me acariciaba la piel, jugaba con mi pelo y me refrescaba suavemente. El sonido del motor era tenue, los pajaros piaban en las orillas y el majestuoso sol se tornaba de un naranja acogedor. Las palmeras se recortaban contra la gran esfera que se iba escondiendo, dejando tras de si la quietud y el silencio, la noche había llegado al gran Nilo. A lo lejos sólo el sonido de algun pajaro despistado y el motor de alguna barca volviendo a casa.Y yo allí, sentada, viendo aparecer las estrellas en el gran cielo, navegando por el Nilo y deseando que ese instante de dicha no acabara jamas.

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